Manuel Dorrego nació en Buenos Aires el 11 de junio de 1787. Hijo de un comerciante portugués, tuvo un lugar central en el Ejército del Norte comandado por Belgrano, con una participación destacada en la Batalla de Tucumán (1812). Férreo opositor del centralismo del Directorio, partió al exilio a Estados Unidos, donde se empapó de las ideas federales y republicanas.
Dorrego se va a transformar en un ferviente militante del federalismo en Buenos Aires. Cercano a los sectores populares, va a impulsar (sin éxito) el sufragio universal durante el Congreso Constituyente de 1824:
“¿Es posible esto en un país republicano? ¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la sociedad, pero que no puedan tomar parte en las elecciones? Yo no entiendo cómo pueda tener parte en la sociedad, ni como pueda considerarse miembro de ella a un hombre que, ni en la organización del gobierno ni en las leyes, tiene una intervención”.
Dorrego lanzó el periódico El Tribuno, con la colaboración de Manuel Moreno y denunció los opacos lazos entre funcionarios argentinos y empresas de capital británico, centralmente entidades financieras.
Caído el gobierno central de Rivadavia en 1827, Dorrego es electo gobernador de Buenos Aires y responsable de las relaciones exteriores del resto de las provincias. Su primera decisión es suspender el pago del empréstito contraído con la financiera británica Baring Brothers por considerarla ilegitima. También fija una política de precios máximos para cuidar el consumo popular y sanea las cuentas públicas de Buenos Aires. Estas iniciativas le dan a Dorrego un gran apoyo popular, pero le generan la enemistad de los sectores comerciantes y de la embajada británica.
En noviembre de 1828, cumplido un año de gobierno, ex funcionarios rivadavianos comenzaron la conspiración. Con una fuerte campaña de difamación a Dorrego, hicieron jugar a su favor el descontento de las tropas que volvían de la Guerra con Brasil. Triunfantes en los campos de batalla, pero derrotados en las mesas de negociaciones por obra y gracia del vergonzoso acuerdo elaborado por el ministro de Relaciones Exteriores de Rivadavia, Manuel José García. Dorrego es forzado a reconocer ese acuerdo, y rápidamente la conspiración unitaria acusa al gobernador de “traidor” y lo señala como el hacedor del vergonzoso acuerdo armado por la gestión anterior.
Lavalle pondrá la espada para concretar la conspiración golpista. Ingresará el 1 de diciembre a Buenos Aires con sus tropas. Derrotará a Dorrego el 9 de diciembre en Navarro y lo fusilará cuatro días después en la misma ciudad.
El fusilamiento de Dorrego marca un hito en el uso de la violencia política en nuestras tierras, por su método clandestino, por su violencia inusitada, por su despilfarro de los bienes públicos.
Fuente: Tiempo Argentino













