Hoy se cumplen 43 años del hundimiento del ARA General Belgrano, un hecho que marcaría un antes y un después en la guerra de Malvinas. Son 323 tripulantes los que perdieron la vida y 770 lograron sobrevivir no solo al ataque con dos torpedos, producido el 2 de mayo de 1982, sino también a la tormenta y las bajas temperaturas en altamar que los pondrían a prueba hasta su rescate.
El día anterior al ataque, el General Belgrano, que cumplía la tarea de interceptar comunicaciones británicas a fin de identificar los movimientos del enemigo, había recibido órdenes para patrullar las aguas al sur de Malvinas junto a los destructores Piedrabuena y Bouchard, en una zona fuera del área de exclusión militar de 200 millas de radio fijada de forma unilateral por el Reino Unido.
El crucero no contaba con sonar para detectar la presencia de submarinos, por lo que no pudo identificar a tiempo la amenaza del submarino de la Marina británica, que lo acechaba a 400 millas y tras 30 horas de seguimiento.
El ataque tomó por sorpresa a los tripulantes del Belgrano. Las balsas ya se encontraban asignadas y preparadas para albergar a grupos de veinte tripulantes; estaban equipadas con elementos de supervivencia, agua y un botiquín de primeros auxilios.
Olas enormes, vientos de hasta 120 kilómetros por hora sumado a una sensación térmica que, se estimó, oscilaba entre los 10 y 20 grados bajo cero, pusieron a prueba la resiliencia de los sobrevivientes, que estuvieron entre 20 y 43 horas en altamar hasta ser rescatados.
A seis horas del naufragio se ordenó la operación de búsqueda y rescate de posibles sobrevivientes. El Piedrabuena, pudo salvar a alrededor de 270 sobrevivientes.
Unos 793 tripulantes fueron rescatados de las heladas aguas del Atlántico Sur, 770 de ellos lograron sobrevivir.
Fuente: DiarioAR