Hoy se cumplen 53 años de la Masacre de Trelew, el fusilamiento de 16 prisioneros políticos ocurrido el 22 de agosto de 1972 durante la dictadura de Alejandro Lanusse y que se convirtió en la antesala del terrorismo de Estado que se extendió a escala masiva durante la última dictadura (1976-1983). Según el historiador Norberto Galasso, la Masacre de Trelew, fue una de las peores páginas de nuestra historia.
Era 15 de agosto de 1972 cuando 25 jóvenes que formaban parte del grupo de presos políticos -entre ellos integrantes del ERP, FAR y Montoneros- lograron escapar de la cárcel de Rawson con el objetivo de entrar a Chile en un avión desde el aeropuerto de Trelew, próximo a Rawson, la capital de la provincia de Chubut. Sin embargo, el plan no salió bien y el avión despegó con sólo seis de ellos que salieron antes en vehículos desde la cárcel y alcanzaron a abordarlo.
Ya cercados por la Armada, los 19 militantes que llegaron más tarde al aeropuerto, aceptaron rendirse tras pactar con los jefes navales que serían devueltos a la cárcel de Rawson con todas las garantías, en una negociación presenciada por un juez, abogados y periodistas. Sin embargo, el pacto fue incumplido y los presos fueron trasladados a la base Almirante Zar de la Armada, donde días después, el 22 de agosto a la madrugada, fueron fusilados.
Luego del acuerdo incumplido, transcurría la madrugada cuando los 16 jóvenes prisioneros políticos fueron asesinados y otros tres sobrevivieron con graves heridas al fusilamiento seguido por disparos de gracia en la base naval Almirante Zar de Trelew. La dictadura de entonces presentó el hecho como resultado de un «intento de fuga».
«Es en este punto en que se despliega el odio oligárquico, el odio que todavía a veces reaparece con guillotinas en la Plaza de Mayo. Les aplican la ley de fuga y una noche los sacan de la cárcel y prácticamente los fusilan. De los 19 detenidos, 16 caen bajo las balas represoras oligarcas«, expresa Galasso.
María Antonia Berger, Alberto Camps y Ricardo Reneé Haidar lograron sobrevivir con graves heridas. Fueron ellos que dieron su testimonio sobre estos crímenes para el libro «La patria fusilada» de Francisco Urondo, durante su encarcelamiento en la cárcel porteña de Villa Devoto. Berger, Camps y Haidar, igual que Urondo, fueron asesinados más tarde durante la última dictadura.
Fuente: El Destape