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Néstor Carlos Kirchner asumió la Presidencia de la Nación en la fecha patria del 25 de mayo de 2003. Con solo el 22% de los votos, Kirchner, el dirigente desconocido por muchos, comenzaba la gestión en una fecha excepcional tras la entrega del poder del entonces presidente elegido por el Parlamento, Eduardo Duhalde, en medio de una de las peores crisis de la historia del país.

Durante su gestión, los índices de pobreza y de desempleo disminuyeron sensiblemente, y el país logró salir de la cesación de pagos y cancelar la totalidad de la deuda con el Fondo Monetario  Internacional. El ex presidente llevó adelante una activa política para promover los derechos humanos. Para recordarlo, seleccionamos el discurso de asunción presidencial pronunciado el 25 de mayo de 2003 ante la Asamblea Legislativa, donde quedaron plasmados los deseos que guiarían sus diversas medidas de gobierno.

Destacaba en esa oportunidad que nuestro pasado estaba lleno de “fracasos, dolor, enfrentamientos, energías mal gastadas en luchas estériles, al punto de enfrentar a los dirigentes con sus representados (y) a los argentinos entre sí” y proponía: “se trata de cambiar, no de destruir; de sumar cambios, no de dividir; de aprovechar las diversidades sin anularlas”. Tras la crisis de representatividad de finales de 2001, Kirchner señalaba: “Hay que reconciliar a la política, a las instituciones y al gobierno con la sociedad”.

En términos de política económica se propuso reconstruir un capitalismo nacional que permitiera reinstalar la movilidad social ascendente. “Hacer nacer una Argentina con progreso social, donde los hijos” pudieran “aspirar a vivir mejor que sus padres, sobre la base de su esfuerzo, capacidad y trabajo”.El objetivo básico de la política económica será el de asegurar un crecimiento estable, que permita una expansión de la actividad y del empleo constante… (…), una mayor distribución del ingreso, que fortalezca nuestra clase media y que saque de la pobreza extrema a todos los compatriotas”. Y destacaba: “No se puede recurrir al ajuste ni incrementar el endeudamiento. No se puede volver a pagar deuda a costa del hambre y la exclusión de los argentinos…”.

Reivindicaba la soberanía sobre las Islas Malvinas y señalaba que la prioridad en política exterior sería “la construcción de una América Latina políticamente estable, próspera, unida, con bases en los ideales de democracia y de justicia social”.

Enfatizó la necesidad de promover un proyecto nacional integrador que convocara a “todos y cada uno de los ciudadanos argentinos y por encima y por fuera de los alineamientos partidarios a poner manos a la obra de este trabajo de refundar la patria”. Y llamaba a la sociedad en su conjunto “para sumar, no para dividir; para avanzar y no para retroceder”.

Y concluía: “Vengo a proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como Nación. Quiero una Argentina unida…Quiero un país más justo”.

Fuente: El Historiador