A una década de la irrupción histórica del movimiento Ni Una Menos, el 25 de noviembre conmemoramos el Día Internacional de lucha contra las violencias hacia mujeres y disidencias -lesbianas, travestis, trans, bisexuales, intersex y no binaries-.
Este día nos encuentra en un país atravesado por un profundo deterioro de las condiciones de vida. Crecen el desempleo, la pobreza y la informalidad, mientras se desmantelan políticas sociales esenciales. Desde las más altas esferas del Gobierno se consolidan los privilegios de sectores concentrados de la riqueza y se impulsa un discurso de odio, persecución y negacionismo que deslegitima las luchas feministas. Programas y herramientas fundamentales para la prevención y asistencia -como el Acompañar, la Línea 144, la Ley Brisa, Acercar Derechos o el Registro Nacional de Organizaciones Sociales de Género- son desfinanciados o eliminados.
Como resultado de estas políticas crece la violencia femicida en nuestro país: según el Observatorio Nacional MuMaLá (octubre 2025), se registraron 211 femicidios una víctima cada 34 horas- junto con 855 intentos, y solo en octubre hubo 11 víctimas, es decir, una mujer asesinada cada 28 horas. Los nombres de Morena, Brenda, Lara, Luna, Mariel, Gabriela, Valeria, Verónica, Noelia, Adriana, Mariana, Daiana, y de tantas otras mujeres, recuerdan que estas muertes no son hechos aislados ni tragedias inevitables.
Fuente: Facultad de Ciencias Sociales – UNC













