En el aniversario de la muerte de Hipólito Yrigoyen, el diputado nacional Leopoldo Moreau realiza una semblanza del ex presidente y un paralelismo de su figura con la de Juan Domingo Perón.
Se cumplen 90 años del fallecimiento de Hipólito Yrigoyen. Su entierro, como sucedió siempre con los grandes líderes nacionales y populares, fue el más multitudinario de la época. Establecer similitudes entre el gobierno de Yrigoyen y los gobiernos de Juan Domingo Perón resulta en algunos casos una tarea sencilla, pero en otros deriva en un intento que distorsionaría la historia, por diferencias de estilo y de contexto. En lo que sí resultan el yrigoyenismo y el peronismo dos gotas de agua es en la persecución que sufrieron por parte de los sectores oligárquicos y dominantes, que usaron los mismos métodos y las mismas herramientas contra ambos movimientos populares.
Yrigoyen y Perón fueron derrocados por golpes de estado. En el caso de Yrigoyen, el 14 de septiembre de 1930 los miembros de la Corte Suprema de aquel entonces visitaron al dictador José Félix Uriburu y le entregaron una acordada, en la que se reconocía la legalidad del gobierno de facto. El fallo judicial fue rubricado por José Figueroa Alcorta, Roberto Repetto, Ricardo Guido Lavalle, Antonio Sagarna y por el Procurador General de la Nación, Horacio Rodríguez Larreta. Como ocurrió después del golpe del ’55, centenares de dirigentes y militantes del radicalismo fueron encarcelados, muchos de ellos en la cárcel de Usuhaia y el propio Yrigoyen fue confinado en la isla Martín García.
Así como el peronismo tuvo la sublevación cívico militar encabezada por el General Valle, en 1932 el radicalismo yrigoyenista se sublevó en un intento revolucionario encabezado por el Coronel Atilio Cattáneo, quien suma al Coronel Francisco Bosch y al Coronel Aníbal Montes en Córdoba. También al Tte. Coronel Regino Lascano, que intenta sublevar la guarnición de Curuzú Cuatiá, pero es detenido por un grupo policial que lo asesina. Se suman grupos civiles de yrigoyenistas. entre los cuales están los hermanos Kennedy, Arturo Jauretche y Homero Manzi, quienes posteriormente serán fundadores de FORJA.
La proscripción del radicalismo se prolongó durante varios años. En paralelo se vivió una etapa de regresión social y entrega del patrimonio nacional, que se conoció como la «década infame».
Este recorrido en espejo del odio y la venganza que los sectores dominantes desatan sobre el movimiento popular argentino debe servir de enseñanza para entender que la grieta no es el hecho maldito del kirchnerismo, sino, en todo caso, el hecho maldito de la historia política de Argentina. La derecha parece haberlo tenido siempre más claro que nosotros y por eso, cada vez que pudo, desató su furia represiva sin reparar siquiera en el respeto a la vida. También apelaron al intento de domesticar a los movimientos populares, despojándolos de su rebeldía. Así le pasó al radicalismo. Que la historia no se repita.
Fuente: Télam