Una lectura histórica: Eva Perón y las luchas feministas
Por Julia Rosemberg
Eva Perón fue decisiva no solo para instaurar el voto femenino en 1947, sino para lograr avances que han quedado olvidados, como el ingreso de decenas de legisladoras al Congreso por primera vez.
El 11 de noviembre de 1951 fue la primera vez que las mujeres votaron a nivel nacional en Argentina. Se trata de una elección conocida por ser la que le permitió a Juan Domingo Perón ser nuevamente elegido Presidente, y también por ser la primera y única vez que pudo votar Eva Perón.
Pero las elecciones de 1951 fueron importantes por un aspecto que suele estar ausente en la memoria histórica: por primera vez fueron elegidas diputadas y senadoras mujeres. A partir de la apertura de sesiones legislativas de 1952 el Congreso de la Nación y las diferentes legislaturas provinciales contaron con la presencia de más de 100 legisladoras. Por primera vez hombres y mujeres discutirían y decidirían sobre la cosa pública de igual a igual. Un dato no menor es que todas las mujeres que ingresaron a las Cámaras de diputados y senadores ese año provenían del Partido Peronista, que había creado la rama Partido Peronista Femenino.
Creado en 1949, el Partido Peronista Femenino fue la herramienta que permitió la incorporación masiva de mujeres a la política. Con una estructura de penetración territorial muy capilar, era absolutamente vertical: la conducción residía en Eva Perón, y a ella respondían de manera directa o indirecta todas las militantes. Eva eligió personalmente a veinticuatro delegadas, cada una de ellas a cargo de una provincia, y luego subdelegadas que controlaban porciones de territorio más pequeñas, lo que les permitió avanzar por todo el mapa nacional. Se cree que llegaron a haber unas 3.600 subdelegadas, número que nos permite tener una idea de la masividad que adquirió este partido en muy poco tiempo. El objetivo principal era empadronar a las mujeres, entregarles la libreta cívica y capacitarlas para ejercer por primera vez el voto.
El Partido Peronista Femenino fue, junto a la Fundación, el pilar central en la construcción de poder de Eva Perón. Un poder que, al decir de Marysa Navarro, una de las mejores biógrafas de Eva, era similar al que había construido el propio Perón. Sólo los diferenciaba el hecho coyuntural de que uno era Presidente. Una mujer, entonces, que construye un poder político central en Argentina incluso antes de que las mujeres votaran, antes de que fueran consideradas sujetos políticos, antes de que fueran consideradas ciudadanas. Un caso único dentro de los países republicanos de mediados del siglo XX.
Eva no sólo construyó poder para sí; también disputó poder para sus compañeras. A partir de las elecciones de 1951 el armado de las listas de legisladores que presentaría el peronismo fue objeto de disputas internas entre las tres partes que componían el peronismo: el Partido Peronista de los hombres, la CGT y el Partido Peronista Femenino. En este marco, como resultado de las elecciones de 1951 y 1953, la composición del Congreso Nacional mostraba casi un 30% de mujeres…
Incluso en la historia de Argentina lo sucedido a mediados del siglo XX parece ser una isla. La cifra del 30% de composición de mujeres en el Congreso recién volvería a repetirse más de cuarenta años después, a fines de la década de los 90 y gracias a la Ley de Cupo Femenino de 1991, que obligaba a los partidos a presentar 30% de mujeres en sus listas. Durante el primer peronismo se llegó a ese número sin necesidad de ley alguna, sólo por el empuje y la voracidad que Eva y el Partido Peronista Femenino le dieron al ingreso de las mujeres en la política.