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22 de agosto de 1951 – En un “Cabildo Abierto”, la CGT proclama la fórmula Perón-Eva Perón

El llamado a elecciones nacionales para el 11 de noviembre de 1951 hacía inminente la declaración del binomio que presentaría el Peronismo. No había dudas acerca de quién encabezaría la fórmula presidencial: Juan Domingo Perón. Faltaba definir quién lo acompañaría para ocupar la vicepresidencia.

El 2 de agosto, la CGT lanza la fórmula Juan D. Perón-Eva Perón y anuncia un Cabildo Abierto a realizarse el día 22.

El 22 de agosto, sobre la Avenida 9 de julio, de espaldas al Ministerio de Obras Públicas, se levanta un palco y dos millones de personas con banderas, carteles e imágenes de Perón y Evita estallan de júbilo al comienzo del acto.

Era una tarde de sol, “un día peronista” como se empezó a decir por aquel entonces. Se producía así una de las manifestaciones más grandes de la historia argentina. Los manifestantes portaban carteles con la leyenda “Perón-Eva Perón 1952-1958”, agitaban miles de pañuelos blancos. Un avión escribía en el cielo “CGT, Perón, Evita”. Dos enormes retratos del presidente y su esposa habían sido colocados uno en cada extremo del palco ubicado al frente del Ministerio de Obras Públicas. Sobre ellos un arco con la leyenda: “Perón-Eva Perón, la fórmula de la Patria, CGT”.

Perón ingresó al palco con sus ministros, legisladores y miembros del Consejo Superior del Partido Peronista y de la CGT. Abrió el acto José Espejo (Secretario General de la CGT) quien anunció que iría a buscar a Evita. Al rato llegó con ella pálida y delgada quien, muy emocionada, se lanzó a los brazos de Perón. Después de cantar el himno nacional argentino, Espejo reanudó su alocución. Lo siguió Evita.

Lejos de confirmar lo que todos buscaban escuchar, Evita pidió algunos días para tomar la decisión.

“…Hoy, mi general, en este Cabildo del Justicialismo, el pueblo, como en 1810, preguntó que quería saber de qué se trata. Aquí ya sabe de qué se trata y quiere que el General Perón siga dirigiendo los destinos de la Patria…

Mi general: son vuestras gloriosas vanguardias descamisadas las que están presentes hoy, como lo estuvieron ayer y estarán siempre, dispuestas a dar la vida por Perón. Ellos saben bien que antes de la llegada del general Perón vivían en la esclavitud y por sobre todas las cosas, habían perdido las esperanzas en un futuro mejor. Saben que fue el general Perón quien los dignificó social, moral y espiritualmente. Saben también que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatrias todavía no están derrotados, y que desde sus guaridas atentan contra el pueblo y contra la nacionalidad. Pero nuestra oligarquía, que siempre se vendió por cuatro monedas, no cuenta en esta época con que el pueblo está de pie, y que el pueblo argentino está formado por hombres y mujeres dignos capaces de morir y terminar de una vez por todas con los vendepatrias y con los entreguistas…

… Es la Patria la que se ha dado cita al llamado de los compañeros de la Confederación General del Trabajo, para decirle al líder que detrás de él hay un pueblo, y que siga, como hasta ahora, luchando contra la antipatria, contra los políticos venales y contra los imperialismos…

…. Yo no soy más que una mujer del pueblo argentino, una descamisada de la Patria, pero una descamisada de corazón, porque siempre he querido confundirme con los trabajadores, con los ancianos, con los niños, con los que sufren, trabajando codo a codo, corazón a corazón con ellos para lograr que lo quieran más a Perón y para ser un puente de paz entre el general Perón y los descamisados de la Patria.

… No me interesó jamás la insidia ni la calumnia cuando ellos desataron sus lenguas contra una débil mujer argentina. Al contrario, me alegre íntimamente, porque yo, mi general, quise que mi pecho fuera escudo para que los ataques, en lugar de ir a vos, llegaran a mí. Pero nunca me dejé engañar. Los que me atacan a mí no es por mí, mi general, es por vos. Es que son tan traidores, tan cobardes que no quieren decir que no lo quieren a Perón. No es a Eva Perón a quien atacan: es a Perón.

Mi general: aquí está el pueblo y yo aprovecho esta oportunidad para agradecer a todos los humildes, a todos los trabajadores, a todas las mujeres, niños y hombres de la Patria, que en su corazón reconocido han levantado el nombre de una mujer, de una humilde mujer que los ama entrañablemente y que no le importa quemar su vida si con ello lleva un poco de felicidad a algún hogar de su Patria. Yo siempre haré lo que diga el pueblo, pero yo les digo a los compañeros trabajadores que así como hace cinco años dije que prefería ser Evita antes de ser la esposa del presidente, si ese Evita era dicho para calmar un dolor en algún hogar de mi Patria, hoy digo que prefiero ser Evita, porque siendo Evita sé que siempre me llevarán muy dentro de su corazón. ¡Qué gloria, qué honor, a qué más puede aspirar un ciudadano o una ciudadana que al amor del pueblo argentino!”.

Nueve días más tarde, el 31 de agosto de 1951, Evita anunció por la radio su “irrevocable renuncia al honor que los trabajadores y el pueblo de su patria quisieron conferirle en el histórico cabildo abierto del 22 de agosto”.