En 1918, el radical Hipólito Yrigoyen ocupaba el “sillón de Rivadavia” y se estrenaba como el primer presidente en haber alcanzado el Ejecutivo Nacional tras la Ley Sáenz Peña (1912)…
En junio de ese año se inició un movimiento estudiantil que, si bien tuvo su epicentro en Córdoba, luego se expandió hacia otras latitudes del país e, incluso, traspasó las barreras nacionales con un eco que conquistó Latinoamérica.
Como premisa fundamental, la propuesta de los estudiantes los restituía como actores centrales de la vida universitaria. Así, planteaba la lucha colectiva de los pueblos latinoamericanos en el reclamo por la autonomía (política, docente y administrativa) universitaria; el cogobierno (con representantes de los distintos claustros de profesores, estudiantes y egresados en el proceso de toma de decisiones); la asistencia libre; la defensa de la gratuidad de la enseñanza; la libertad (para que los estudiantes pudiesen escoger cursos paralelos al del profesor catedrático) y la periodicidad de cátedra (que estipulaba plazos con mandatos fijos para el ejercicio de la docencia); los concursos públicos para la distribución y la asignación de cargos, la publicidad de todos los actos y la extensión cultural puertas afuera de las instituciones.
El programa reformista apuntaba a democratizar las condiciones de acceso y participación en el mundo universitario; planteaba la reactualización de los planes de estudio y de las metodologías para implementarlos; reivindicaba la libre expresión de ideas que habían quedado sepultadas; y, sobre todo, conducía hacia una disputa de clase. Como golpe de efecto, la democracia en el sistema universitario traería aparejada mejores condiciones para los individuos de clase media que, con un título en mano, estarían en posiciones más favorables para disputar espacios que hasta el momento solo eran colonizados por los hijos del dinero.
Con este objetivo se crearía la Federación Universitaria Argentina (FUA), para agrupar a los representantes de las diversas organizaciones estudiantiles provenientes de distintas instituciones universitarias bajo un mismo gremio, con objetivos programáticos y agendas compartidas.
En marzo de 1918, las agrupaciones estudiantiles conformaron el “Comité Pro Reforma” con el propósito de reclamar modificaciones menores en la estructura y el funcionamiento de la Universidad cordobesa. No obstante, ante la negativa de las autoridades, el colectivo dio el primer paso y declaró una huelga general del alumnado que retrasó el comienzo de las clases hasta el 1° de abril. Como respuesta, Yrigoyen nombró a José Matienzo –el entonces Procurador General de la Nación– como interventor, quien, tras detectar irregularidades en el funcionamiento de la institución, suscribió a la iniciativa de democratizar el estatuto universitario, declaró desiertos los cargos de las autoridades (decanos y rector) y estipuló que la elección de las jerarquías se realizaría con la participación total de los profesores. De esta manera, se reanudaba el ciclo lectivo y se colocaban paños fríos a una situación que levantaba temperatura, a tal punto que requería de la mediación del Gobierno Nacional como remedio ante tanta fiebre.
Finalmente, el 15 de junio de 1918 se convirtió en un día histórico para la Universidad Argentina ya que representantes de la Federación Universitaria de Córdoba, luego de una larga lucha y a partir de un hecho desencadenante como lo fue la elección fraudulenta del rector, tomaron la universidad. Esto lo lograron con el apoyo de los partidos políticos populares y del movimiento sindical, quienes rechazaron la elección de Antonio Nores, quien intentó mantenerse en el rectorado, con apoyo de los grupos conservadores.
El movimiento estudiantil cordobés hizo conocer su reclamo mediante el denominado Manifiesto Liminar, en el cual se expresa la actualmente conocida frase: «Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan».
Como consecuencia de tal revuelta, Nores renuncia y el presidente Yrigoyen interviene la Universidad de Córdoba colocando como interventor a José S. Salinas, Ministro de Justicia e Instrucción Pública de su gabinete. El 12 de octubre un decreto de reformas contempla los reclamos estudiantiles solicitados y muchos de los líderes estudiantiles ingresan a la Universidad.
Tal fue la magnitud del sismo estudiantil que durante la década de 1920 se detectaron réplicas en Chile, Perú y Cuba, y más tarde en México, Paraguay y Brasil. Para 1921, la Reforma ya regía en todo el territorio nacional.
Fuente: Universidad Nacional de Quilmes