El 16 de septiembre de 1955, un golpe de Estado terminó con el gobierno democrático encabezado por el general Juan Domingo Perón.
El ataque al gobierno legítimo, que promovió la Justicia Social, se llamó a sí mismo, paradójicamente, “revolución libertadora” y fue el primero de una serie de dictaduras cívico-militares que vivimos, los argentinos, durante muchos años.
El 18 de septiembre la Escuadra de Mar, a cargo del almirante Isaac Rojas, llegó a la altura de Pontón Escalada y lanzó su ultimátum: si Perón no renunciaba, bombardearían la ciudad de Buenos Aires y la destilería de petróleo de La Plata. Para demostrar que su decisión era definitiva, ordenó el bombardeo de la destilería de Mar del Plata, destruyéndola.
El general Perón, Presidente de la Nación, ante las amenazas de bombardeo de bienes de la Nación y población civil, ya con el antecedente de los bombardeos en Plaza de Mayo que habían costado tantas vidas inocentes, presento su renuncia.
El gobierno de facto tomó medidas drásticas:
Disolución del Congreso
Intervención de los gobiernos provinciales
Intervención de la CGT
Intervención de la totalidad de los sindicatos
Intervención de la Universidad
Disolución del Partido Peronista
Cesantía de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia
Derogo la centralización de los depósitos bancarios.
Liberación de los precios
Congelamiento de los salarios
Se devaluó el peso
Se produjo el ingreso al Fondo Monetario Internacional
Se tomaron empréstitos que dieron comienzo a la deuda externa
Con respecto a nuestro país, la consecuencia del golpe de Estado del 16 de septiembre de 1955 fue que se pasó de un gobierno progresista que había logrado una verdadera revolución sin sangre, sin deuda externa, con pleno empleo, con una industria pujante, con la participación de los trabajadores en el 50% del Producto Bruto Interno a un país endeudado, dependiente, devaluado; se truncaron todas las posibilidades de desarrollo, la desocupación fue creciente, con una vuelta atrás en lo que hacía a los derechos sociales.
Se derogó la Constitución Nacional sancionada en 1949.
Se instauró un régimen de dura represión, presos y despidos por causas políticas.
Fuente: Instituto Juan Domingo Perón