“Defenderemos la salud del ser humano en todos los ciclos de su existencia, con suficiente y sana alimentación, erradicando endemias y previniendo epidemias, aplicando científica y moderna medicina social, sanitaria y asistencial”. Así se expresaba Arturo Umberto Illia en su mensaje de asunción presidencial. Era el 12 de octubre de 1963.
La salud fue sin dudas una de sus grandes preocupaciones. Durante más de 30 años había ejercido la medicina en Cruz del Eje, en Córdoba. Muchos lo llamaban el “apóstol de los pobres” por su dedicación a los enfermos con menos recursos. Podía a viajar a caballo varios kilómetros para llevar medicamentos a quienes no podían adquirirlos.
Illia nació en la tarde del 4 de agosto de 1900 en Pergamino, provincia de Buenos Aires, donde cursó sus estudios primarios. Su niñez transitó entre su vida escolar y la apacible vida de campo. Sus estudios secundarios los realizó en el colegio Pío IX, de la orden de los salesianos, en Buenos Aires, aunque debió interrumpirlos y terminó rindiendo como alumno libre en el Colegio Nacional Buenos Aires, donde obtuvo su título de Bachiller.
En 1963 el doctor Illia resultó electo presidente en sufragios controlados por las fuerzas militares. Illia solo obtendría el 21 % del electorado, logrando el segundo lugar por cantidad de escaños el voto en blanco con un 19 % (estos votos eran expresión del peronismo proscripto). Solo permaneció 2 años y 11 meses; un nuevo, incoherente, y fatídico golpe de Estado lo derrocó el 28 de junio de 1966. (…)
Algunas de las más importantes leyes aprobadas durante su gestión fueron la ley 16.459, que sentó las bases del salario mínimo vital y móvil y la ley 16.462 sobre medicamentos (también conocida como ley Oñativia).
Durante su breve gestión Illia impuso una política de redistribución del ingreso que benefició a los sectores más perjudicados de la sociedad e incrementó el porcentaje dentro del presupuesto nacional destinado a la educación. En este marco puso en práctica un plan destinado a disminuir el analfabetismo, alcanzando la cifra de 12.500 centros de alfabetización. La educación tuvo para el Dr. Illia un lugar de preponderancia, es por eso que el apoyo y aporte hecho a las universidades estatales permitieron cifras inéditas de graduados.
Illia es considerado un político honesto y coherente. Despojado de bienes materiales, se retiró de la presidencia de la Nación con menos capital del que contaba al asumir el cargo. Nunca aceptó cobrar una jubilación de privilegio. Falleció en su tierra adoptiva, Córdoba, el 18 de enero de 1983, aquel lugar que lo vio luchar por sus dos pasiones, la medicina y la política; sosteniendo la coherencia de sus objetivos e ideales cívicos toda su vida. Sus restos fueron trasladados y sepultados en el Cementerio de la Recoleta.
Fuente: El Historiador