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El 24 de febrero de 1946 un nuevo movimiento político y social llegaba al Gobierno en la Argentina. El peronismo se consolidaba como la expresión de los “descamisados”.

El  24 de febrero de 1946, el coronel Juan Perón fue consagrado Presidente de la República por el 52,40 por ciento de los votos. Claro que la fuerza que lo llevó al poder todavía no se llamaba “peronismo”, tampoco tenía una forma muy definida y sus adherentes provenían de diferentes sectores políticos: radicales yrigoyenistas, conservadores, laboristas, nacionalistas y, sobre todo, del sector sindical.

En 1943, una vez en el poder el Grupo de Oficiales Unidos (GOU), se distribuyeron los cargos y se lo designó en la secretaría del Ministerio de Guerra. Pero él pidió, además,  el Departamento Nacional de Trabajo, un oscuro organismo con escasa importancia, que luego convirtió en la Secretaría de Trabajo y Previsión. Muy pocos comprendieron entonces por qué el coronel elegía ese lugar.

Sin embargo, desde ese sitio fue donde construyó la base que tres años más tarde lo llevó a la Primera Magistratura. Perón exhibía en su campaña los logros obtenidos durante su gestión como Secretario de Trabajo y Previsión: el Estatuto del Peón de Campo que por primera vez en la Argentina reglamentaba salarios mínimos y condiciones sociales para los trabajadores rurales; establecimiento del aguinaldo, vacaciones pagas, entre otros beneficios. En total 29 decretos, 319 convenios y 174 gestiones conciliatorias que afectaron a miles de trabajadores de los que nunca nadie se había ocupado.

Esta fue la razón por la que los trabajadores salieron a apoyar a Perón meses antes,  el 17 de octubre de 1945, luego de que fuera apresado y confinado en la isla Martín García por presión de los sectores liberales del Ejército. Es que por primera vez en la historia argentina, un funcionario del gobierno había escuchado sus reclamos y  los  había respondido con hechos, inaugurando una nueva forma de hacer política desconocida hasta entonces.

Poco antes de finalizar la campaña,  Perón levantó la consigna “Braden o Perón”, en alusión al embajador de los Estados Unidos en la Argentina, Spruille Braden. Perón no hizo más que utilizar la oportunidad que le ofreció el mismo funcionario norteamericano para demostrar hasta dónde el imperialismo norteamericano se creía con el derecho de inmiscuirse en la política nacional y la mentalidad colonialista de las fuerzas políticas que se le oponían que las convertía en cómplices.

Perón superó a la Unión Democrática por 266.706 votos, consiguió 106 diputados frente a 49 de la oposición, y se impuso en 14 provincias. Además, cambió para siempre la política en la Argentina.

Fuente: Caras y Caretas