En un país convulsionado, permanentemente amenazado por golpistas, y luego de un año en que no sólo había sido derrocado una vez más un presidente de la república, sino que se habían masacrado facciones opuestas de las Fuerzas Armadas, el 7 de julio de 1963, finalmente, Illia resultó electo presidente de la Nación. El contexto de debilidad del sistema institucional lo ponía al descubierto la humorada popular, que se jactaba de contar el país con tres presidentes: Illia, electo; Guido, interino; y Frondizi (depuesto en 1962), el constitucional.
Las elecciones de 1963 marcaban también, como pocas veces antes en la historia del país, la debilidad del sistema partidario: una atomización de fuerzas que había dado nueve postulaciones presidenciales y apenas un 25% de los votos para la fórmula ganadora. Esta debilidad inicial de Illia era más que una advertencia electoral y no habría de ser superada. Tres años más tarde, también sería derrocado.
En un nuevo aniversario de su elección como presidente, recordamos sus palabras, referidas a la concentración del poder y la lucha contra los monopolios.
“Los males profundos que nuestra patria debió soportar en su lucha fueron siempre el fruto de la concentración del poder político y económico en pocas manos, más diestras para servir demandas inconciliables con el alto interés nacional que para defender nuestro patrimonio moral y material”.
Fuente: El Historiador