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Tras la renuncia de Benedicto XVI, el 13 de marzo de 2013 Jorge Bergoglio fue elegido Papa. El 19 de marzo, la Plaza San Pedro en Roma lo aclamó al inicio de su pontificado.

Adoptó el nombre de Francisco y desde su primera aparición pidió: “Recen por mí”. Al cumplirse 12 años, el Sumo Pontífice llega al nuevo aniversario en lucha contra una enfermedad respiratoria que lo tiene mejorando, pero aún en estado delicado.

Su trayecto al frente del Vaticano deja algunas certezas, conquistas, legados y numerosas incógnitas acerca del futuro de la institución eclesiástica, en un contexto de avance furtivo de las extremas derechas.

“La llegada de Francisco significa una profunda transformación en la institución católica, sobre todo en el Papado, que viene por la renuncia de Ratzinger. Un gesto importantísimo que quiebra de siglos una ruptura hasta de la comprensión del Papado. Renuncia y se hace más «mundano». A partir de ahí la institución decide ya no elegir europeos, sino un latinoamericano. Esa llegada quiebra la hegemonía europea, de una cultura católica muy presente sobre normas, ritos, preceptos, y la incorporación del catolicismo latinoamericano como parte de esa cultura. Él lo dice al principio: ‘vengo del fin del mundo’. Es decir, descentrar lo que es el catolicismo y hacerlo más global”, dice, Fortunato Horacio Mallimaci, sociólogo argentino y doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, investigador Superior del CONICET.

“El otro gran aporte ha sido el diálogo interreligioso. En un mundo cada vez más globalizado, cada vez más derechizado, cada vez más con violencia, con guerras, bueno, pedir por la paz, pedir por la comprensión”.

Fuente: Tiempo Argentino