El 11 de marzo de 1973, después de casi 18 años de proscripciones, el pueblo argentino pudo finalmente expresarse libremente en las urnas, poniendo fin a una dictadura a la que únicamente puede calificarse de dictablanda en comparación con los horrores vividos a partir de 1976. Pero a la autodenominada “Revolución Argentina”, inaugurada a la fuerza aquel 28 de junio de 1966 por el general Onganía y apoyada por los principales grupos de poder y recordados comunicadores sociales, no le faltaron las desapariciones, los bastones largos, la censura, las torturas, los fusilamientos (como los de Trelew) y los planes económicos que hacían el beneplácito de los “organismos internacionales” y determinaban el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de los argentinos.
El 26 de marzo de 1971, Lanusse asumió la presidencia en un clima político totalmente desfavorable. Perón sumaba día a día más adeptos, y la continuidad del gobierno militar se tornaba insostenible. Lanusse, muy a su pesar, evaluó que el principio de solución a los múltiples conflictos pasaba por terminar con la proscripción del peronismo y decretar una apertura política que permitiera una transición hacia la democracia. En este contexto propuso un Gran Acuerdo Nacional (GAN) entre los argentinos y anunció la convocatoria a elecciones nacionales sin proscripciones para 1973 pero instalando el sistema de ballotage, soñando con la unión de todo el antiperonismo en una segunda vuelta, e incluyó una provocadora cláusula que obligaba a Perón a fijar domicilio en Argentina antes del 25 de agosto de 1972.
Perón movió sus piezas en aquella partida y evaluó que no le daría el gusto a Lanusse y su dictadura decadente, pero además creyó que no era conveniente que fuera él quien gobernara en el conflictivo período de transición y decidió designar a su delegado personal y ex presidente de la Cámara de Diputados durante el primer peronismo, Héctor J. Cámpora, como candidato a presidente, quien tendría una misión vicaria hasta que el balcón de la Rosada pudiera ser recuperado por el inquilino que más uso supo darle. El slogan sería “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
Aquel 11 de marzo de 1973 triunfó el Frente Justicialista de Liberación (Frejuli), con la fórmula Héctor J. Cámpora-Vicente Solano Lima, que obtuvo más de 6 millones de votos (49%) mientras la fórmula radical encabezada por Balbín llegaba a los 2 millones seiscientos mil (21%). El Comité Central de la UCR entendió innecesaria una segunda vuelta.
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