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SOLIDARIDAD, ESE ES EL CAMINO | Editorial «Bancarios»

By 23 de noviembre de 2020octubre 24th, 2022No Comments

No es la primera vez que recordamos que hace aproximadamente 8 años Sergio Palazzo, nuestro Secretario General, nos propuso y adoptamos como consigna: el Futuro es Hoy.

Es así, hoy hace ya años que los avances en las tecnologías de la información y la comunicación, la inteligencia artificial, las “machine learner” (máquinas con capacidad para aprender) transforman la organización del trabajo y de la producción, tanto de los servicios como de las industrias, de la producción en general. El proceso dominado por las grandes corporaciones económicas y financieras, implica una reducción de los puestos laborales en todas las actividades, más aún en el sector servicios como el financiero. Un profundo cambio en las relaciones sociales, la cristalización de la dualización de la economía y la sociedad, una economía de «descarte» para los excluidos.

No es novedad. No debemos mirar para otro lado, también cuando, para bancarias y bancarios, en 2020 la realidad forzó la dinamización de la digitalización de la actividad financiera.

Este año el Covid19 ha trastocado el mundo. La vida social, personal, familiar, económica y productiva. También ha puesto, brutalmente, al desnudo las consecuencias de un capitalismo depredador. Que al gobernar en nuestro país dejó un desastre en 2019, con virtual cesación de pagos. Sobre esa situación impactó la pandemia.

En marzo pasado, en su intervención ante el G-20, grupo de países que con dos tercios de la población del planeta reúne el 85% del producto bruto mundial, el actual Ministro de Economía, Martín Guzmán, sostuvo que había cinco principios para afrontar la pandemia:

  • El primero, proteger la salud y la vida.
  • El segundo, proteger a los vulnerables, frente a la enfermedad o al “parón económico”, o a ambos, garantizar ingresos a todos los hogares en dificultades y proteger el empleo actual.
  • El cuarto, que los estudios sobre el desarrollo de la vacuna, sean considerados un bien público global.
  • El quinto es pensar con valentía, usando todas las medidas económicas que están a disposición.
  • ¿Y el tercero? “El tercer principio es preservar el capital organizacional (conocimientos) que existe hoy en las empresas, lo cual no es lo mismo que proteger las utilidades de los accionistas” …”preservar las capacidades y conocimientos productivos positivos…».

El caso Vicentín, es explícito sobre la dificultad para que se cumpla el tercer principio. No importa estafar a trabajadores, productores, a la banca pública, al fisco, el bien común, el interés nacional… no importa nada, prevalece el egoísmo de sus accionistas. Es el caso más relevante, pero no el único, aunque no en todos se registran estafas; el desfinanciamiento de las empresas en favor de sus administradores y accionistas es moneda corriente.

Bancarias y bancarios sabemos de esto. Tenemos memoria de cómo se desprendieron de miles de nosotros en el 2001. Lo estamos viviendo con los planes de retiro, no siempre voluntarios de hoy día. Los bancos están relativamente sólidos, pero lo podrían estar aún más: en el sector privado extranjero o local predomina el criterio especulativo. La adquisición de títulos del BCRA sigue siendo central para su rentabilidad. Están, en diversa medida, en el entramado que posibilita la «exportación de capitales». Grandes, medianos y pequeños. Esa “exportación”, fuga de capitales producto del trabajo nacional, supone la principal restricción para el desarrollo de nuestra economía. Incluso, durante 2015-19, se nos endeudó brutalmente para sostenerla. A la par se consolidaba nuestra dependencia del poder financiero.

Las noticias diarias gritan las presiones de las grandes corporaciones empresarias diversificadas, de las grandes fortunas, contra esos principios enunciados por Guzmán y la mejor distribución de la riqueza que necesita el desarrollo de la producción y el mercado interno, para alcanzar una economía autosustentable.

Niegan la exigible solidaridad para que se adopten las medidas necesarias, como lo indica la confrontación que han desatado especulando en el mercado de cambios, con las agro exportaciones, con el dominio oligopólico del mercado interno, en la formación de precios de alimentos e insumos imprescindibles. Una vez más promueven una brutal devaluación, que nos empobrecerá aún más, profundizando la catástrofe que estamos tratando de superar. Por estas horas lo denuncia el propio Presidente de la Nación, Alberto Fernández.

Necesitamos actuar con la valentía necesaria. Debemos querer orientar los cambios imprescindibles sino nos seguirán imponiendo condiciones que hacen inviable la vida digna de la inmensa mayoría de la sociedad.

En mayo de este año, nuestro Secretario General, Sergio Palazzo señalaba que resulta central la discusión:

desde qué lugar se transita y desde qué lugar se sale de esta crisis sanitaria, que se convertirá inexorablemente en crisis económica, social y política… Si se pretende salir, desde la lógica neoliberal, el desastre será aún mayor que el generado por la propia pandemia… Es hora de discutir seriamente el rol del Estado como ordenador y regulador de una sociedad para que en ella sus habitantes puedan mejorar su calidad de vida, tener empleo, salarios y condiciones de trabajo dignas”.

Ese ordenamiento, esa regulación necesita orientarnos hacia un nuevo paradigma empresario, comprometido con una valorización productiva y con responsabilidad social del capital de las empresas, grandes, medianas y pequeñas, en él hay que hacer lugar para empresas de integración social o mixtas, que existen o las que intentan surgir entre quienes han sido expulsados, o no tienen acceso al mercado laboral formal.

Esto, en lugar prioritario, implica definir cuál debe ser la función y las reglas de juego para el sistema financiero. Necesitamos salir de la  trampa  en la que estamos.

La realidad actual indica que la financiarización de la economía busca reemplazar al trabajo/ producción a la hora de generar riqueza. Pretende que la renta esté relacionada cada vez menos con el trabajo, y cada vez más con el resultado de la especulación financiera. Es decir, la fórmula del capital deja de ser D-M-D (Dinero-Mercancía-Dinero acrecentado por la ganancia) para convertirse en D-D, la creación de más dinero a partir del dinero. Demencialmente si se quiere, pero es así. Desde las corporaciones financieras se lidera esta política que se impone por encima de los gobiernos.

En este sentido en mayo, el Secretario General de la AB, volvía a recordar a Arturo Jauretche:

“El que maneja el crédito, maneja y orienta la economía de un país. Quien maneja el crédito, maneja más moneda que el que la emite. Quien maneja el crédito, maneja más el comercio exterior que el que compra o el que vende. Quien maneja el crédito, maneja las formas de producción”.

Hace muchos años, en un artículo para la revista de la OIT, el economista ruso-estadounidense Wassily Leontieff advertía linealmente provocativo:

Cuando la creación de riquezas no dependa más del trabajo de los hombres, estos morirán de hambre en las puertas del Paraíso, a menos que se responda por medio de una nueva política de ingreso a la nueva situación técnica…”

Tenemos confianza en que los humanos generaremos esa respuesta, pero los trabajadores sabemos cómo piensan, dándole la razón a Leontieff, muchos CEOs y accionistas.

Muchos, bancarias y bancarios, hoy razonablemente nos preguntamos cuántos seguiremos teniendo empleo en los bancos. Aun contando con una organización sindical que responde cotidianamente a nuestras necesidades en materia de poder adquisitivo, se ocupa de la preservación y crecimiento del empleo en la actividad.

Como analizamos con otras compañeras y compañeros en días previos a este Congreso Bancario que inicia este miércoles 25 de noviembre, ni nosotros ni el país, tendremos el mismo resultado si la actividad financiera:

A) Sigue siendo reducida en relación al producto y escala nacional, centrada en la especulación, en el excesivo sesgo comercialista, en la creación del Dinero a partir del Dinero, en el negocio de prestarle a un estado desfinanciado, sofocado por esa financiarización, cuyo costo paga la inmensa mayoría de la sociedad.

Contemporáneamente las actitudes patronales en todo el mundo indican que la piensan posible con menos puestos laborales, a la par que tratan de imponer la disposición 365×24 de nuestro esfuerzo laboral.

B) O es el servicio público que debe ser extendido, cercano, con servicios para todas y todos sin exclusiones, centrado en el fomento de las actividades productivas o de la satisfacción de necesidades básicas de las personas y las familias.  A partir del crédito, junto al  desarrollo de los medios de pago. Con reglamentaciones más transparentes, menos onerosas e irracionales que las actuales, pero con regulación precisa, con niveles de seguridad y controles suficientes en la administración del ahorro, del patrimonio de terceros.

Es decir garantizar el servicio publico que necesitamos, que se corresponde con la función esencial de la intermediación financiera. Implica más puestos laborales, la utilización de la tecnología también en beneficio de los usuarios que necesitan ser correctamente asesorados con atención humana y de los trabajadores, incluso con la reducción de la jornada laboral.

Por eso Sergio Palazzo, insiste:

«Hay que cambiar la lógica con la que funciona actualmente el sistema financiero, desde que comenzó el proceso de financiarización de la economía.

La banca de inversión o especulativa debe dejar de ser el principal negocio de las entidades financieras, porque en principio representan inversiones de altísimo riesgo que pueden provocar quebrantos que pongan en crisis al propio sistema.

Hay que recuperar un rol primario de los bancos, que es apalancar con sus depósitos a los créditos a los sectores de la economía productiva para que la economía vuelva a funcionar con posterioridad a la crisis y genere el empleo suficiente para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes…”

El camino para llegar a este objetivo y otros objetivos como trabajadoras y trabajadores, que serán revisados por el 47 Congreso Bancario, al que está dedicada esta edición de “Bancarios”, es la Solidaridad.

Es esa solidaridad la amalgama de la unidad y la organización en la que reside nuestra fuerza. Necesitamos profundizarla en y con los cambios en las relaciones sociales que están teniendo lugar, más allá de donde esté nuestro lugar de trabajo.

Ese es el principio fundamental para superar la actual fragmentación del Movimiento Sindical que impide representar los intereses de los trabajadores con o sin empleo registrado.

Ese es el principio también para que el diálogo económico social, que hoy todos dicen querer, se manifieste en un proyecto nacional superador con un sólido respaldo multisectorial, político y social.

Es más, la Solidaridad es siempre el mejor camino que tiene el mundo para superar los conflictos y las crisis. Ese principio es el único, que asumido sin exclusiones ante la magnitud de la catástrofe que vivimos, nos permitirá superar la confrontación que nos impone la voracidad demencial y depredadora de quienes se apropian de nuestro trabajo. Del trabajo de miles de millones de seres humanos.

El trabajo es nuestro. No hay que esperar. Es un concepto conocido que necesitamos apoderarnos de la oportunidad de estas encrucijadas que cada tanto vive el mundo. No podemos conformarnos con el tratamiento de los síntomas de la crisis. No se trata de “administrarla”, sino de superarla.

Buenos Aires, 23 de noviembre de 2020

Eduardo Berrozpe
Secretario de Prensa y Difusión

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