El 13 de octubre de 1980, Pérez Esquivel recibió en la sede de la embajada noruega en Buenos Aires la noticia de su designación como Nobel de la Paz, decisión que representó un duro golpe para la dictadura y aire fresco para las organizaciones que buscaban canales para difundir las violaciones a los derechos humanos que se multiplicaban en el país.
El arquitecto y escultor Adolfo Pérez Esquivel se convirtió en 1980 en el cuarto Premio Nobel argentino, en su caso de la Paz, por su defensa de los derechos humanos y tras haber estado 14 meses preso de la dictadura, y que sirvió para amplificar en el mundo las denuncias de las atrocidades del gobierno de facto cívico-militar.
Su compromiso y lucha por los más vulnerados le ha sido reconocido en todo el mundo.
Pérez Esquivel es «uno de los argentinos que han aportado un poco de luz a una noche profunda», destacó en su anuncio el Comité Nobel, que puso de relieve la tarea por los DDHH «a través de una política de no violencia».
El dirigente recordó que:: «El Premio logró abrir las puertas y las ventanas de muchos lugares a los que antes no teníamos acceso y nos permitió seguir con nuestras luchas. Fue una gran bocanada de oxígeno ante la asfixia de la dictadura”.
Pérez Esquivel ya había sido postulado antes en dos ocasiones y cuando fue elegido estaba en libertad vigilada. Había estado preso desde abril de 1977 hasta el 25 de junio de 1978, el día que en Buenos Aires se jugó la final del Mundial de Fútbol 1978.
Un día después de conocerse el premio, el dirigente dio una conferencia de prensa en la sede del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), con imágenes del Papa Juan Pablo II y el cardenal Arnulfo Romero detrás, en la que juzgó que la elección lo animaba a «continuar el trabajo para crear una sociedad en la que el hombre pueda vivir más dignamente».
«Es evidente que en Argentina no se respetan los derechos humanos: existen miles de desaparecidos, los niños nacen en las cárceles… Nuestro trabajo consiste en buscar una solución a este drama por la dignidad de la persona», subrayó entonces.
Y expresó que compartía el Premio con el Movimiento Ecuménico por los Derechos del Hombre (MEDH), la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y las Madres de Plaza de Mayo.
Un incansable luchador por la paz y la igualdad.
Fuente: Télam