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“Usted viene a matarme. ¡Póngase sereno, y apunte bien! Usted va a matar a un hombre”.

Ernesto Che Guevara le habló así al atribulado suboficial Mario Terán Salazar en la calurosa tarde de La Higuera, en el sudoeste boliviano, apenas un minuto antes de que el militar cumpliera la orden que había recibido de su comandante bajo supervisión de la CIA estadounidense y lo ejecutara, a sangre fría, con dos descargas de fusil que enviaron al guerrillero argentino-cubano a la muerte, pero también a la Historia.

Aquel 9 de octubre de 1967 Guevara había pasado una muy mala noche, alojado en una sala de la humilde escuela donde iba a ser asesinado, herido en una pierna el día anterior, cuando intentaba escapar de la cacería a la que fue sometido en plena selva boliviana. No sólo aquella noche había sido mala: en los últimos meses el comandante y sus 15 hombres y una mujer -Tamara Bunke- habían pasado hambre y sed con 40 grados de calor sobre sus espaldas encorvadas y débiles, cubiertas por andrajos que alguna vez habían sido uniformes guerrilleros.

En esas condiciones fue atrapado en la zona de la Quebrada del Churo y llevado a la escuela de La Higuera junto con dos de sus compañeros de armas: el sindicalista minero boliviano Simeón Cuba, alias Willy, y el dirigente comunista peruano Juan Pablo Chang.

El trofeo de guerra corporizado en los restos de ese hombre que había bebido su propio orín para sobrevivir en la profundidad de la selva boliviana fue amarrado a un helicóptero y trasladado a Valle Grande, donde fue exhibido al mundo. Treinta años después, sus restos enterrados secretamente serían encontrados en una fosa común, el 6 de julio de 1997. El cadáver, de acuerdo con el informe del equipo forense, carecía de manos, registraba un alto contenido de formaldehido y llevaba ropa y elementos compatibles con los que se supone que tenía al momento de ser enterrado. El 12 de julio, fue repatriado a Cuba para ser recibido por una multitud y sepultado en Santa Clara, en el Memorial de Ernesto Guevara

Fuente: Instituto de Relaciones Internacionales, Departamento de Historia, Universidad Nacional de La Plata