Skip to main content

El 22 de octubre se conmemora la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. La nieta recuperada y psicóloga Tatiana Ruarte Britos y la bióloga Mariana Herrera, directora del Banco Nacional de Datos Genéticos cuentan qué es la identidad, cómo se construye y su relación con la verdad y la justicia.

Un 22 de octubre de 1977 las Abuelas de Plaza de Mayo se reunieron por primera vez para crear una organización que revolucionaría el mundo del amor, la resistencia y la ciencia. Tres años más tarde, el trabajo de Abuelas había comenzado a alumbrar: encontraron a Tatiana Ruarte Britos y a Malena Joar Britos, dos de las primeras nietas recuperadas.

Mirarse en las fotos en blanco y negro buscando rasgos parecidos, reconocerse en el temperamento que, les contaron, tenían sus padres, volver una y mil veces a lugares tratando de recordar algo o no querer volver nunca. El proceso de construcción y reconstrucción de la identidad no se agota en saberse un nieto, una nieta recuperada. Es conocer la historia de sus padres, que se amalgama, modifica y complementa con esa historia vivida hasta el momento de la restitución. Es conocer para apropiarse de esas historias, saber quién uno es, edificar quién quiere ser y poder imaginar mil maneras de vivir. De eso se trata un poco la identidad.

“Las vivencias de cada uno de los nietos encontrados por las Abuelas de Plaza de Mayo donde eran “otros”, esas marcas identitarias que no se pueden borrar, quedan. Desde ahí se da la construcción de esa nueva identidad, que se modifica, se entrelaza con esa vieja, se contrapone muchas veces, pero se va hilando, tejiendo. Y ese tejido se teje, se anuda, se vuelve a tejer”, escribe Tatiana (Ruarte Britos) cuando piensa en el significado de la identidad.

“Hay un antes y un después de saber la verdad, de saber lo que ocurrió con tus padres biológicos y apropiarse de su propia historia. Y ahí no es lo mismo ser adoptado que ser apropiado. Es muy fuerte en nuestras historias descubrir que hay una gran mentira. El primer lazo de confianza son los padres y entonces es complejo poder confiar en otro cuando ese primer lazo fue quebrado. Y ahí no es lo mismo ser adoptado que ser apropiado. Hay algunos nietos que pudieron perdonar, otros que no, y otros que están disociados entre lo que sienten de lo que piensan. Todo eso implica un proceso personal donde no se puede imponer un pensar y un sentir a un nieto en un proceso de restitución, que a veces lleva toda la vida”, señaló.

Identidades

«La identidad no son sólo los genes y la sangre tampoco es agua», dicen algunos de los nietos y nietas recuperados. En ese sentido, el cruce entre lo biológico y lo social es imprescindible para entender de qué se trata la identidad. Mariana Herrera es biolóloga y encabeza el grupo de más de cuarenta personas que forman parte del Banco Nacional de Datos Genéticos. Ellos se encargan, entre otras cosas, de comparar y confirmar genéticamente si ese abrazo tan postergado entre una abuela y un nieto será posible.

«Cada vez que se realiza el hallazgo de un nieto o una nieta es un momento de mucha emoción porque se redimensiona nuestra tarea, nuestro compromiso. Ante la certeza del encuentro repetimos el estudio para que no sea un falso positivo y nos vamos todos mudos a nuestras casas porque hasta que no se entrega el informe a Justicia y a la CONADI, no se cita al joven y a la familia, y Abuelas lo anuncia oficialmente, mantenemos absoluta confidencialidad. Y después hacemos nuestro festejo acá, hacemos una torta, ponemos una vela, el nombre del nieto o nieta, brindamos y ponemos su foto en una cartelea que llamamos ‘la nietera’. Nos da muchísima alegría sentir que uno está contribuyendo con la ciencia en una reparación que es parte de la historia nuestro país, y sentís que contribuís a algo enorme como es construir memoria, más allá que al ratito ya estemos otra vez dentro de laboratorio”, cuenta Mariana.

“La identidad de una persona se construye desde lo que recibimos de nuestros padres más toda nuestra actividad social: el colegio donde fuimos, nuestra alimentación, nuestra militancia, si nos trataron con cariño o maltrato y es algo que permanentemente se va recreando en la vida de una persona. Cuando alguien recupera su identidad, recupera sus vínculos, recupera una parte de sí mismo que le fue negada. A un niño apropiado se le robó su historia, sus afectos y eso es lo que se recupera”, cuenta la investigadora.

En ese proceso de recuperar historias, la ciencia vinculada a los derechos humanos es fundamental para los procesos de reparación tanto individual como social, porque cada vez que aparece un nieto enfrenta a la sociedad con su propia identidad, con un conocer y reconocer que eso sucedió y forma parte de la historia que nos hermana.

El día fue instituido a partir de 2004 en homenaje a las Abuelas de Plaza de Mayo y su lucha por recuperar nietos apropiados durante la última dictadura cívico-militar.

En 1977, estaba compuesta, en un principio, por 12 mujeres, entre ellas María Isabel «Chicha» Chorobik de Mariani Alicia «Licha» de De la Cuadra, a las que luego se uniera Estela de Carlotto, actual titular de la Institución. Estas mujeres eran madres de desaparecidos que además de reclamar por la aparición con vida de éstos, buscaban a sus nietos, algunos secuestrados junto a sus padres y otro nacidos durante el cautiverio de sus madres en centros clandestinos de detención.

Con la Ley 26.001 del año 2004, el Congreso de la Nación instituyó el 22 de octubre como Día Nacional por el Derecho a la Identidad. Precisamente esa es la fecha en que las Abuelas de Plaza de Mayo comenzaron su incansable búsqueda.

Las Abuelas de Plaza De Mayo llevan 130 nietos recuperados y continúan reclamando, luchando y marchando para restituirles la identidad a casi 300 nietos más.

Fuente: Ministerio de Cultura