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Sergio Palazzo: “Si la CGT no elabora un programa propio, terminará corriendo detrás de la agenda de los empresarios o del Gobierno”.

El titular de la Asociación Bancaria consideró que el documento de la central obrera y AEA "no es el programa del movimiento obrero". Criticó el "linchamiento público" de los Moyano por el bloqueo a Mercado Libre y justificó la reelección perpetua en los sindicatos

Por Ricardo Carpena

No termino de entender qué puntos de encuentro y qué proyectos se pueden presentar con AEA, que han sido los empresarios que más ganaron con todos los gobiernos y que han adscripto incondicionalmente al programa de Macri”. Se nota que Sergio Palazzo, el autor de esa frase, es uno de los mayores opositores que tiene la actual conducción de la Confederación General del Trabajo (CGT). Junto con los Moyano y la CTA de Hugo Yasky, el titular de la Asociación Bancaria milita en las filas de ese sindicalismo kirchnerista que busca una nueva conducción de la central obrera cuando se renueven las autoridades, en 2021.

Formalmente, pidió un “gesto” hacia la unidad sindical y la convocatoria a un plenario de secretarios generales para que se escuche a todos los dirigentes, en una velada crítica a la cúpula cegetista. Pero también propuso que la CGT elabore un “programa propio”, con ideas que le permitan “no terminar corriendo detrás de la agenda de los empresarios y del Gobierno”. Así, según Palazzo, se podría evitar también un problema crónico del sindicalismo (y de la política en general): “Siempre terminamos discutiendo los cargos y no las ideas”.

En la entrevista con Infobae, este dirigente de origen radical, mendocino, de 58 años, que ganó sus primeras elecciones en el gremio en 2013 y tiene mandato asegurado hasta 2021, admitió que entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner existen “las tensiones lógicas de tener que debatir una posición en la que no se está de acuerdo en un 100%”, pero dijo que “eso tiene una síntesis y la expresa el que conduce, Alberto Fernández”.

-Usted le solicitó un gesto a la dirigencia de la CGT que sonó a un pedido de renuncia.

-No, por el contrario, cuando hablo de un gesto necesario es para que se convoque en forma inmediata a trazar caminos de unidad del movimiento obrero porque será necesaria cuando se constituya el Consejo Económico y Social. Ojalá esa unidad, a partir de esos lineamientos, se logre antes de marzo.

-La CGT incorporó la semana pasada la reunión del consejo directivo a otros dirigentes y se abrió un proceso de discusión para alcanzar la unidad. ¿Está dispuesto a participar?

-No es la primera vez que convocan a este tipo de reuniones y en todas se habla de lo mismo: hay que transitar el camino de la unidad. Espero que no sea discursivo y que sea efectivo. Y para que lo sea, la CGT debería establecer un programa que es el que tendría que llevar a este Consejo Económico y Social. Si hay un programa, después es más fácil cómo constituir la CGT y definir quién la representa.

-¿Programa de qué tipo?

-Un programa que exprese claramente qué es lo que piensa el movimiento obrero sobre la previsión social, el empleo, la vivienda, la educación, que establezca bases claras de discusión. Porque si la CGT sigue sin un programa, va a concurrir al Consejo Económico y Social corriendo detrás de la agenda del sector empresario y del Gobierno. Y la CGT tiene que tener un programa propio que exprese con claridad qué piensa de cada ítem de funcionamiento de la economía, del empleo y la seguridad social.

-¿Por qué cree que no se hace ese programa?

-Porque siempre terminamos discutiendo los cargos y no las ideas. Este es el problema. Si logramos constituir este programa, discutir los cargos será una cuestión de tensión lógica, donde cada uno querrá estar, tendrá sus condiciones, pero tendríamos muchos menos problemas que los que hoy tiene el movimiento obrero porque el que tenga la responsabilidad de conducir deberá seguir los lineamientos de este programa.

-¿Por qué representantes del oficialismo y del mismo sindicalismo criticaron el encuentro que mantuvo la CGT con la Asociación Empresaria Argentina (AEA)? ¿Hay un prejuicio antiempresarial?

-En eso también ayudaría a la CGT tener un programa porque generaría un debate de igual a igual con los sectores empresarios porque ellos sí tienen su agenda y la impulsan con todos los gobiernos. Y si no tenés el tuyo, terminás corriendo detrás del programa del sector empresario o de la política.

-Aun así, ¿por qué critican las reuniones con un sector empresario para buscar acuerdos?

-La CGT se ha reunido con varios sectores, entre ellos con AEA. Mi cuestionamiento es que le hace falta juntarse más para adentro. Lógicamente tiene que reunirse con todos los sectores, pero todavía no hay un plenario de secretarios generales de la CGT para que nos pregunten qué pensamos y cómo nos está yendo en cada actividad. Esa discusión no se está dando. Con respecto a la reunión con AEA, el documento en el que adscribe a pagar menos impuestos, al equilibrio fiscal, a la inserción inteligente en el mundo es el programa de AEA, no del movimiento obrero. Me hubiera gustado que los compañeros expresaran con claridad que le exigen al sector empresario que paguen impuestos a las grandes fortunas, que cesen con los despidos, las suspensiones y las rebajas salariales porque en esa entidad están las empresas más grandes de la Argentina.

-Fue un comunicado conjunto luego de una primera reunión y la CGT dejó en claro que quieren trabajar en propuestas que luego le elevarán al presidente Alberto Fernández.

-¿Cuál va a ser la propuesta? ¿Rebaja de impuestos o pagar un impuesto a las grandes fortunas? ¿Equilibrio fiscal mientras estás sentado en la mesa de Galperin que tiene todos los privilegios impositivos? No termino de entender qué puntos de encuentro y qué proyectos se pueden presentar con AEA, que han sido los empresarios que más ganaron con todos los gobiernos y que han adscripto incondicionalmente al programa de Macri.

-Se puede pensar que las grandes empresas son las enemigas o tratar de buscar puntos en común considerando que de esta crisis vamos a tener que salir con el apoyo del sector privado.

-Eso lo podés hacer en la medida en que la CGT tenga un programa. Si no, vas detrás de la agenda de ellos.

-Es curioso porque todos los sectores sindicales apoyan al Gobierno, pero parece que hubiera matices donde algunos son más oficialistas, sobre todo los que critican al empresariado, y algunos, como los que manejan la CGT, son acusados de estar más cerca de los empresarios que del Gobierno.

-No entraría en esa discusión. En muchas organizaciones que hay dos proyectos de país, el que expresaba Macri hasta fines de 2019, sobre el cual muchos sindicatos hemos planteado que no nos interesa ese país, y está la expresión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que evidencia un nivel de pluralidad en el cual nos sentimos contenidos. A partir de eso está claro que el movimiento obrero tiene una división, que hay sectores con pensamientos distintos y que hay que encontrar una síntesis. Y esa síntesis la vamos a encontrar en un programa para que terminemos esta división absurda que no favorece a los trabajadores.

-Máximo Kirchner también criticó el comunicado de la AEA y la CGT. ¿Está de acuerdo con él?

-Tiene razón Máximo cuando dijo que es equivocado afirmar que todas las décadas fueron malas económicamente. Después puede discutirse si era el ámbito adecuado donde lo dijo, pero es cierto que vamos mal si analizamos que todo fue lo mismo en el país durante las últimas décadas.

-¿Esas críticas no están relacionadas con las tensiones entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner?

-No me consta que haya tensiones entre ellos. Se vuelve contradictorio el discurso porque se trata de enmarcar esta discusión en que Daer es amigo de Alberto y Máximo es Cristina, pero después se dice que la CGT está enojada porque Alberto no le da participación. Pongámonos de acuerdo. Son amigos o no son amigos.

-Entonces, ¿Alberto Fernández y Cristina Kirchner son lo mismo?

-No es que sean lo mismo. En todas las organizaciones políticas, sindicales y empresariales, o cuando sos gobierno u oposición, siempre hay diversas tensiones y se generan debates. Esos debates determinan decisiones y esas decisiones tienen una síntesis en quien conduce, que es el presidente de la Nación. Fíjese lo que pasaba antes cuando había diferencias porque Cambiemos estaba constituido por la UCR, el PRO y la Coalición Cívica: si había discusiones era porque se trataba de una coalición diversa y decían que ese debate enriquecía las posiciones. Ahora, si se producen debates que generan tensiones se debe a que el Gobierno es bifronte. No pasa ni más ni menos que lo sucede en cualquier gobierno y en cualquier organización, que son las tensiones lógicas de tener que debatir una posición en la que no se está de acuerdo en un 100%. Pero siempre eso tiene una síntesis y la expresa el que conduce. Y el que conduce es Alberto Fernández.

-Aunque son oficialistas, los dirigentes que manejan la CGT son muy críticos de la falta de participación y de diálogo con el Gobierno. ¿Por qué la indiferencia oficial ante la central obrera?

-El Gobierno está en una situación de mucha tensión como producto de la pandemia. Sería injusto calificar una gestión de gobierno cuando a los dos meses se declaró una pandemia con un virus que no tiene cura y que ocasiona muchos infectados, mucha muerte y saturación del sistema de salud en cualquier lugar del mundo. Los ministros deben estar más abocados a resolver el problema de la vida que la cotidianeidad de los problemas que surgen, que se van acumulando y que tendrán que tener una resolución. Uno tiene que ser flexible para ver hasta dónde los ministros atienden o no los requerimientos. Yo no puedo decir lo mismo. Tengo buen diálogo y he podido firmar un acuerdo salarial con el ministro de Trabajo, recientemente cerramos la incorporación de derechos como el cupo laboral trans con la presencia del jefe de Gabinete. Por lo que dicen los medios, Héctor Daer tiene una relación de amistad con el Presidente. No sé cuál será la queja puntual porque siempre son trascendidos. Leí sobre la reunión del otro día del consejo directivo y el documento es de un apoyo irrestricto al Gobierno, pero, según todos los trascendidos periodísticos, los compañeros de la CGT están enojados con el Gobierno. Entonces, o los trascendidos no son tales o los documentos no lo son.

-Parece más negocio estar afuera de la CGT, como usted, que adentro.

-(Se ríe) Hay que reconocer que la CGT hoy no tiene el nivel de participación de todos los sectores sindicales. Un consejo directivo que arrancó con un triunvirato y terminó con un binomio y que tiene un tercio de dirigentes que renunciaron, más aquellos que decidimos no estar, como los sindicatos de la Corriente Federal, más quienes en aquel entonces estaban en las 62 Organizaciones y las dos CTA que hace rato que no están en la CGT. La CGT debería replantearse la necesidad de un diálogo para buscar la unidad.

-¿Cree que Pablo Moyano es el mejor candidato es el mejor candidato para liderar la nueva CGT?

-Pablo es uno de los que tiene méritos para serlo, como también hay otros compañeros. Pero dar un nombre sería un error porque si tenemos un programa es más fácil definir quién puede conducir ese programa.

-La cuarentena obliga a utilizar más el home banking, se van a multiplicar los bancos digitales, casi sin personal. ¿Cómo está impactando el avance de la tecnología en su actividad?

-Ha impactado en el mundo y la Argentina no va a ser la excepción. En diciembre de 2015 había 107 mil trabajadores bancarios, y en diciembre de 2019 bajaron a 105.300. Tenemos 2.000 o 2.500 puestos de trabajo menos. Esto tiene un impacto. Hasta ahora no lo consideramos como despidos masivos, pero hay un drenaje de gente que se termina yendo y no reponen el personal que se va de una empresa.

-¿Es inevitable?

-En la medida en que los bancos vuelvan a su rol fundamental, que es la asistencia crediticia, se recuperaría una gran cantidad de empleo. Porque si un banco tuviera que prestar 100 millones de dólares tendría que tener trabajadores para que den los préstamos, analicen las carpetas, cobren la cuota y para que la gente de Sistemas maneje el software desde donde se hacen los aplicaciones. Por 100 millones de pesos, hoy metés un “enter” y lo transferís al Central para comprar Leliq, entonces perdiste mucha mano de obra. La pérdida de puestos de trabajo por el avance tecnológico lo ganaríamos con el volumen de operaciones que se hacen.

-Siempre se demoniza la reforma laboral porque se la asocia a la entrega de derechos laborales, pero ¿no se está dando de hecho con todos los cambios en la economía y el mundo del trabajo? ¿No es inevitable que en algún momento tratemos de modernizar una legislación laboral de la década del 70 que se sigue aplicando en una realidad completamente distinta?

-Hay que darle una interpretación a lo que es reforma laboral. Si es para adaptar a los nuevos métodos de trabajos, se ha dado de hecho. Si bien nosotros tenemos un convenio de 1975, incorporamos las nuevas actividades que se han ido suscribiendo con el transcurso del tiempo. Por ejemplo, antes no existían los call centers y hoy tenemos dentro de nuestro convenio las condiciones de trabajo específicas de los call center. Pero acá se interpreta mal y cuando se habla de reforma laboral siempre el sector empresario tiende a la flexibilización laboral. Todos somos conscientes de que la nuevas formas de trabajo han obligado a adaptar los convenios colectivos de hecho, pero si la reforma laboral es flexibilización, es otra discusión. No quiero un mundo con trabajadores sin derechos. Doy un ejemplo de productividad en mi sector. Medimos la cantidad de operaciones respecto de la cantidad de cuentas que se administraban por trabajador en el 2000 y en esta época. No llegaba a 200 la cantidad de cuentas de depósitos y hoy son más de 700. Quiere decir que la productividad creció un 600%. Cada bancario administraba 135 cuentas de crédito y hoy, casi 300. Quiere decir que la tecnología produjo un incremento de la productividad que no se traduce en mayores puestos de trabajo y tampoco en hacer partícipe al trabajador de las ganancias. Por eso una cosa es discutir reformas que tienen que ver con adaptarse a las nuevas formas de trabajo y otra es cuando se quiere hablar de productividad atada a la flexibilidad. Ahí somos implacables en la discusión: tenemos números para demostrar que la productividad generada por el avance tecnológico es nada más que plata que engrosa el nivel de utilidad de las empresas.

-¿Cómo sigue su pelea para quedarse con el encuadramiento sindical de los trabajadores de las fintech (las empresas que brindan servicios financieros en base a la tecnología)?

-Estamos terminando nuestros trabajos de análisis con tranquilidad y somos conscientes de que, tarde o temprano, van a terminar siendo trabajadores bancarios. La ley no permite la toma de ahorro público, es un delito penal, pero Mercado Libre toma ahorro público porque abre cuentas con plata y presta dinero, así que es un banco. Cuando terminemos el estudio, daremos esa pelea. Sería bueno que opinara el Banco Central.

-¿Hasta ahora no dijo nada?

-No, y el Banco Central tiene que decir con claridad que son bancos los únicos que hacen eso.

-Parece obsesionado con Mercado Libre. ¿Es enemigo de Marcos Galperin?

-No soy enemigo de él. Si no, sería circunscribirnos a una pelea entre personas. Me gusta discutir de política y de hechos concretos. Y el hecho concreto es que Galperin tiene beneficios impositivos que le permiten el privilegio de competir deslealmente, entre otros, con las instituciones financieras que les dan empleo a los trabajadores que represento. Es una persona que tiene una serie de privilegios, otorgados antes por la Ley del Software y ahora por la Ley de la Economía del Conocimiento, que perjudica a la actividad a la que pertenezco.

-Parece personal porque usted también se metió en el conflicto de Camioneros con Mercado Libre y tomó una posición en contra de Galperin y en favor del sindicato de los Moyano.

-No me metí en el tema de encuadramiento porque son dos organizaciones sindicales y hay mecanismos para resolverlo. Pero hacen un linchamiento público por el reclamo y acusan a Camioneros de extorsionadores, aunque nadie dice que es chantaje cuando Galperin amenaza con irse a Uruguay si no le mantienen los privilegios. No se mide con la misma vara cuando el reclamo es sindical o cuando lo hace un empresario.

-No es lo mismo una declaración que una protesta violenta como un bloqueo.

-El día en que la empresa de Galperin se vaya del país porque le quitan sus privilegios impositivos, veremos si no es violento que deje a los trabajadores en la calle. Hay que ver qué se interpreta como violento.

-¿No es violento un bloqueo sindical que impide la circulación?

-Es un conflicto de otra organización gremial. No me meto en las protestas que deciden llevar a cabo.

-Acaba de renunciar Omar Viviani al Sindicato de Peones de Taxis luego de 37 años de permanecer en el cargo. En la Argentina hay un sindicalismo con un promedio de edad elevado y con la continuidad asegurada por la reelección perpetua. ¿No es perjudicial para los trabajadores que no haya renovación?

-El trabajador es el que termina poniendo el voto para poner a cualquier dirigente sindical en su cargo. Y tenemos proceso de elecciones. Nosotros, cada dos años tenemos elección de la comisión gremial interna en cada banco y en cada seccional. En seis años llevo hechas más de 5.000 elecciones en bancos de todo el país.

-Pero hay muchos gremios con estatutos que consagran la carrera sindical, es decir, la exigencia de que para ser candidato a un puesto en un gremio tiene que haber sido primero delegado o titular de una seccional o presentar listas de postulantes en todo el país. Así es imposible ser opositor.

-Bueno, habrá que modificar los requisitos…

-Es un sistema que favorece a los oficialismos y expulsa a los opositores.

-Eso es relativo porque hay compañeros que han ganado elecciones. Nunca es fácil ser opositor en ningún lado. Si sos opositor en la política, te cuesta llegar al poder porque el que lo administra tiene siempre otras ventajas, como aparecer en los medios, poder hacer obras y mostrarte como un hacedor, mientras que el que está en la oposición lo único que puede decir es “Yo lo haría de un modo distinto”, nada más.

-¿No es raro, además de inconstitucional, que haya más requisitos para presentarse como candidato a secretario general de un gremio que para aspirar a la presidencia de la Nación?

-Deberían morigerarse algunos requisitos, pero también necesitás de la solidez de los dirigentes sindicales que tengan trayectoria porque hay compañeros sin ningún tipo de experiencia cuando ganan un sindicato, pero en el sector empresario están siempre los mismos estudios jurídicos, que son los más caros de la Argentina, y las mismas corporaciones patronales para discutir. Si no tenés un compañero con experiencia en la discusión de los derechos y tiene que firmar condiciones laborales para toda la vida de un trabajador, entonces deberías tener un mínimo de requisitos. Ahora, ¿por qué siempre el sindicalismo es el que tiene que hablar de la renovación de autoridades? El sector empresario no cumple ni el cupo femenino. Vaya al Coloquio de IDEA y fíjese cómo está integrado el consejo directivo. Son 36 miembros y hay dos mujeres.

-Sacando su gremio, el cupo femenino no lo cumplen la mayoría de los sindicatos ni la CGT.

-Hay muchos sindicatos que sí. Y las reelecciones, salvo dentro de la política para presidente y en algunos casos para gobernador o intendentes, son indefinidas. ¿Quiénes van a votar la no renovación de los mandatos? ¿Los mismos legisladores que pueden serlo toda la vida? Pichetto vivió toda su vida como legislador. Cuando una ley esta direccionada a un solo sector, me genera dudas. Si se impidiera la renovación de mandatos por más de dos períodos en cualquier asociación civil, social, política o sindical, sería abarcativa de todos, pero si siempre apuntan a los sindicatos lo que buscan, en el fondo, es ir en desmedro de la actividad sindical.

Publicado en Infobae/9-8-2020