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Las triangulaciones y precios de transferencia justifican la intervención estatal en el sector

Por GUILLERMO WIERZBA

Hay cuestiones clave que una política de desarrollo de carácter nacional y popular debe resolver en la Argentina. Recientemente se ha distribuido el informe del Banco Central sobre la fuga de capitales durante el gobierno de Macri, de 86.000 millones de dólares. Las cuestiones de evitar la fuga y el endeudamiento resultan centrales junto a otras como el empleo, la disposición de divisas para sostener las importaciones necesarias para un proyecto de industrialización y diversificación productiva y la posibilidad de direccionar el crédito en función de promover las áreas y objetivos de esa política. El desarrollo además está estrechamente unido al objetivo de la integración regional de la Nación.

El debate sobre la decisión del gobierno nacional de rescatar la empresa Vicentin mediante la intervención y la expropiación incluye la discusión sobre todos estos tópicos. El grupo empresario en cesación de pagos y concurso de acreedores ha sido un actor de importancia en el comercio exterior de productos primarios y agroindustriales (10% del comercio de granos), ocupa miles de trabajadores y está endeudado con miles de productores. Uno de los principales acreedores es el Banco Nación y además es deudor del Banco Provincia y otras entidades financieras públicas. El impacto del derrumbe de Vicentin afecta el nivel de empleo y resiente la actividad en una región que abarca la provincia de Santa Fe, la de Córdoba y de Buenos Aires. Atender a resolver todas estas cuestiones constituye un tema clave para un proyecto de desarrollo. La  continuidad de la empresa tiene sobradas razones de utilidad pública.

Por eso la decisión del gobierno de intervenir Vicentin y enviar un proyecto de ley para su expropiación resulta adecuada y pertinente. Una de las razones que la hacen necesaria es atender a la defensa de las acreencias de la banca pública. Porque a pesar de la cuestionable gestión durante el último período neoliberal, la banca pública es un instrumento vital de un proyecto nacional. Sus roles de banca testigo, de fomento, su despliegue territorial y su papel en la orientación del crédito en función de objetivos que no se sustentan en la ganancia sino en la promoción del desarrollo, son indispensables para una política económica orientada a alcanzarlo. La atención de urgencias como la emergencia vivida hoy con el Covid-19, frente a la cual fue la banca pública la primera en acudir con el apoyo crediticio necesario para sostener la imprescindible cuarentena, es una muestra de su papel irremplazable.

Por otra parte, las medidas decididas por el gobierno para el rescate de Vicentin crearían una herramienta cuya existencia está puesta en el debate público. Una empresa que podrá tener una presencia para incidir en la transparencia de los precios, como así también en las condiciones de liquidación de divisas impidiendo procesos especulativos de retención que impactan en expectativas cambiarias y macroeconómicas. Esta última cuestión es de importancia clave, ya que las divisas constituyen un insumo estratégico para un proyecto de economía diversificada, y la restricción de su disposición una dificultad que exige el mayor cuidado regulatorio por parte del Estado.

El sector de exportación de commodities está hoy concentrado en operadores privados de gran dimensión y que realizan operaciones que detraen ingresos tributarios, como así también constituyen formas adicionales de fuga de capitales no captadas en los cálculos tradicionales, como la utilización de triangulaciones y precios de transferencia. En el documento de trabajo del CEFID-AR La manipulación de los precios de transferencia (supervisado por Jorge Gaggero), Verónica Grondona los define como “los precios a los que se realizan transacciones entre entidades vinculadas; aunque esta definición implica reconocer la existencia de un ‘precio’, de un contrato entre partes jurídicamente independientes, algo que no se cumple hacia el interior de un grupo económico”. Grondona afirma que las empresas multinacionales abusan del sistema imperante mediante la estructuración compleja de esquemas de precios de transferencia utilizando el pasaje de mercancías por “guaridas fiscales”.

Los socios de la empresa Vicentin crearon una sociedad en Uruguay con el mismo nombre. La creación de este tipo de sociedades suele tener el objetivo de facturar ventas de commodities agrarios que son despachados a otros destinos. la triangulación es una práctica habitual en el comercio exterior de granos. Los precios de transferencia operan, como describe Magdalena Rua en el documento de trabajo del CEFID-AR Los facilitadores, sus modos de acción, “mediante el mecanismo de triangulación, que refiere a la utilización de entidades ubicadas en países de nula o baja tributación que actúan como intermediarias en las operaciones con clientes finales vinculados o no vinculados (ver Grondona, 2014). Usualmente este mecanismo es empleado por empresas exportadoras o importadoras que utilizan un intermediario (trader) para la operación. En los casos fiscalizados por la AFIP, se ha comprobado que los precios de estas operaciones resultaban más bajos que los del mercado; que el pago de las operaciones provenía, en un gran porcentaje, desde una tercera jurisdicción con flexibilidad cambiaria (ni la de la empresa local, ni la del trader)”.

El funcionamiento del mercado granario argentino hace estratégica la presencia de una empresa pública en esa actividad. Ayuda a la transparencia y a poner un límite a comportamientos especulativos. Constituye una posibilidad de crear también nuevas condiciones que restrinjan estos métodos de evasión fiscal.

Pero para la AEA, “la estatización de una empresa que opera en un sector definidamente exportador es un grave error que debe subsanarse. En efecto, es al sector privado al que le corresponde asumir la responsabilidad de controlar, dirigir, y administrar a las empresas en la Argentina”. Así la asociación de los mayores empresarios de Argentina pretende sancionar que no debe haber empresas públicas, y que los propietarios privados son los únicos habilitados para controlar, dirigir y administrar empresas. Es el criterio de la autorregulación del neoliberalismo privatizador. Luego de cuatro años de desastre económico provocado por el último experimento de ese tipo, la defensa de los intereses particulares de minorías oligárquicas se expresa en esas posiciones. No quieren empresas públicas, y señalan específicamente el comercio exterior como ámbito inexpugnable para la empresa privada. Tampoco, por lo que expresan, les interesa el rol de la banca pública, y por lo tanto no les preocuparía arbitrar las medidas para que recupere sus créditos. Pero es necesario que este sector respete la voluntad popular que eligió un gobierno que tiene un programa para una Argentina más igualitaria y solidaria, y que posee la potestad de elegir el camino que entienda más productivo para cumplir con el mandato. La Constitución Nacional en su artículo 17 prevé la expropiación por utilidad pública aprobada por el Congreso. Además, incluye los pactos internacionales que disponen la vigencia del derecho al desarrollo. Este es el marco legal vigente y no el precepto declamado por la AEA.

En la Argentina hubo distintos momentos de intervención en el Comercio Exterior. Los gobiernos conservadores de los años posteriores a la crisis de 1930 establecieron las Juntas Reguladoras que tenían la misión de administrar  los precios y defender a los sectores agrarios de los efectos de la depresión en esa época. En la segunda posguerra el peronismo creó el IAPI para contraponerlo a los organismos estatales de los países centrales que establecían precios bajos para los productos primarios mientras subían los de los industriales. El IAPI también pretendía eliminar el agobio sobre los productores que imponían los intermediarios y acopiadores, mientras buscaba una administración de las divisas que favoreciera un proyecto industrializador (Mario Rapoport, Historia política y social de la Argentina).

La dinámica actual del comercio de granos tiene otro dispositivo que requiere transformarse, su desenvolvimiento es una economía muy concentrada y privatizada. Esa dinámica de triangulaciones y precios de transferencia necesita de la intervención estatal en ese sector. La presencia de una empresa pública, de carácter estatal o mixta, o estatal-cooperativa, pero cuyos objetivos –en el marco de una administración eficaz— no estén guiados sólo por la rentabilidad sino también para mejorar el funcionamiento del comercio exterior.

Vicentin se desenvolvió con un gran crecimiento e importantes beneficios en los años anteriores a su entrada en cesación de pagos. Se visualiza que sus propietarios construyeron un grupo extendido de subsidiarias desplegadas internacionalmente. Esa es una estrategia compatible con la realización de operaciones de triangulación.

Esta política empresaria y la sorpresiva reversión de su tendencia exitosa, sin la existencia de razones macroeconómicas que expliquen un stress financiero ya que los créditos de prefinanciación responden a exportaciones que se cobran en dólares, junto a las irregularidades verificadas en las relaciones entre la firma y el BNA en el año 2019, originaron una investigación penal judicial y otra de carácter administrativo. Esta semana la UIF se sumó como querellante con el objetivo de investigar lavado y fuga de divisas.

La política de liberalizaciones del gobierno de Macri eliminó la obligación de liquidar divisas, a la vez que no introdujo regulaciones prudenciales adecuadas en el mercado de granos. Otorgó todas las facilidades para la fuga de capitales al exterior. Fue el marco adecuado para acontecimientos como el registrado por Vicentin.

Las irregularidades investigadas por la presunción de comportamientos de fuga de capitales, la inexistencia de una previsible salida para el grupo que no implique su extranjerización y el carácter estratégico del Comercio Exterior justifican plenamente la decisión del gobierno de emprender el rescate de la empresa mediante el recurso de la expropiación. Solamente la Sociedad Rural y la CRA se han pronunciado contra la medida. El resto de las organizaciones de productores, que van desde CONINAGRO y la FAA hasta las organizaciones campesinas como el FNC, el MNCI, la UTT y el MTE, han apoyado el rumbo emprendido.

Publicado en el Cohete a la Luna/14-06-2020