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El historiador Mario “Pacho” O’Donnell sostiene que “el fusilamiento de Dorrego no fue consecuencia de un impulso emocional, de un arrebato violento, sino de una decisión fríamente tomada en torno a una mesa. Fue el resultado de una decisión política para eliminar al primer jefe popular urbano de nuestra historia que ponía en riesgo el poder de la oligarquía porteña».

Manuel Dorrego fue capturado un 13 de diciembre de 1828, en las afueras de los campos Navarro (Pcia. de Buenos Aires). Conociendo su destino final, le pidió sus captores que le permitan escribir una carta al gobernador de Santa Fe, Estanislao López, y otras a su mujer e hijas. Luego, hizo un último y extraño pedido: morir vistiendo una chaqueta unitaria.

El historiador Hernán Brienza, autor del libro El loco Dorrego analiza de esta manera aquel inusual pedido: “El asesinado pide la chaqueta de sus asesinos y le solicita, a su vez, que se pongan la suya. Como si se tratara de un cambio de roles o de una cofradía en la muerte. De una complicidad en la que víctima y victimario son igualados, hermanados para siempre. La chaqueta unitaria quedará manchada con sangre federal. Acaso, la mejor metáfora en ciento cincuenta años de guerra civil que se haya dado en estas tierras. Y la prenda federal será usada por un unitario: el mejor símbolo del violento drama argentino”.

Fuente: cultura.gob.ar