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El 30 de setiembre de 1946 tuvo lugar la presentación que José Figuerola y Juan Perón hicieran del primer plan quinquenal que se estableció en la Argentina. Más que para una evocación formal, la efeméride es adecuada para retomar el debate respecto de plan o mercado. Esta discusión encarada con un alcance riguroso y con una amplitud de miras, excede las cuestiones de la “economía” para incluir las esferas de lo político y lo social…

Ese primer plan tuvo un definido diseño organizacional. Mario Rapoport et al, en Historia económica, política y social de la Argentina, lo sintetizan en tres tareas abordadas:

  1. La determinación de las necesidades previsibles de materias primas de origen nacional.
  2. El establecimiento de un programa de cinco años de obras e inversiones.
  3. La descentralización de la industria, construyendo nuevas zonas y diversificando la producción con adecuación a las fuentes naturales de energía, vías de comunicación y mercados de consumidores.

Sin embargo, el contexto que traza Perón en la presentación ante las dos cámaras legislativas tuvo un definido trazo político, “He dicho muchas veces que quienes se sentaban en el honroso sillón de Rivadavia tenían el gobierno político de la Nación, pero no el gobierno económico, ni el gobierno social del país. La economía ha sido manejada desde el exterior por intermedio de los grandes consorcios capitalistas… En 1810 fuimos libres políticamente. Ahora anhelamos ser económicamente independientes”. (Citado por Galasso en Perón, Colihue,2006).

El Plan era concebido como un instrumento para ordenar y garantizar el ejercicio del poder, en pos de completar la formalidad de la posesión institucional del gobierno asumiendo el efectivo manejo de la economía y de la fijación de las metas de progreso social. Agregaba Perón: “Debemos pensar en la necesidad de organizar nuestra riqueza que hasta ahora ha ido a parar a manos de cuatro monopolios, mientras los argentinos no han podido disfrutar siquiera de un mínimo de esa riqueza (…) ¿Y quién va a organizar nuestra riqueza? ¿Los monopolios? Cuando no la dirige el Estado, la dirigen los monopolios, con la diferencia de que el Estado puede repartir los beneficios de la riqueza entre los catorce millones de argentinos, mientras los monopolios lo hacen para ir engrosando los inmensos capitales de sus casas matrices, allá lejos, en el extranjero”.

Así, en la presentación del plan se expresaba el sentido del mismo, un cambio de timón, la reflexión citada lleva a la conclusión que la planificación se vincula con la democracia, en tanto puede garantizar la dirección de una política en beneficio de las mayorías. En cambio, en su ausencia, el mercado permite que el poder económico concentrado gobierne la economía desposeyendo al pueblo y sustrayendo riquezas nacionales al exterior.

El periodo del primer Plan Quinquenal incluyó la realización de obras de infraestructura, la nacionalización de los depósitos, el direccionamiento del crédito, una fuerte intervención en el comercio exterior con la creación del IAPI, la regulación de la tasa de interés y del tipo de cambio. También se llevaron a cabo la estatización de empresas de servicios públicos (de energía, puertos, ferrocarriles, servicios telefónicos, fabricaciones militares, fabricaciones e investigaciones aeronáuticas, astilleros y fábricas navales, SOMISA, etc.).  Se construyó, así, toda una gama de participaciones del Estado en la economía que iba desde la asignación de recursos productivos y la definición de la distribución del ingreso, hasta su participación directa como empresario, porque desde el punto de vista del peronismo, la propiedad estatal de los servicios públicos era considerada indispensable para consolidar la política económica…

Indudablemente la existencia del Plan y de una dirección no-mercantil de la política económica fueron las claves que habilitaron la posibilidad de la modernización industrial del país y, también, de la conformación de un mercado interno de mayor densidad que favorecería el consumo, a partir de la mayor capacidad adquisitiva de los sectores populares. El límite propio del primer peronismo no fue de la economía planificada, sino el tipo de concepción con la cual se planificó. La transición progresiva que logró hacia una sociedad más integrada, desarrollada y justa no fue obra del mercado sino del Plan. Si este no hubiera existido, Argentina habría seguido profundizando el modelo primario, con concentración de ingresos y una lógica de enclave exportador con salarios bajos. El mercado hubiera acentuado el predominio de los sectores poderosos y tradicionales. La renta diferencial del campo no hubiera sido transferida para la diversificación productiva. Los sectores subalternos de la sociedad no hubieran accedido a las numerosas reivindicaciones democráticas que fueron el emblema de la época…

Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/