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El 15 de junio de 1918 en la Universidad de Córdoba comenzaba lo que la historia registró como la Reforma Universitaria de 1918. Dicho movimiento reflejó una de las páginas más simbólicas y representativas de nuestra historia nacional contemporánea. Indudablemente forma parte de las notas distintivas que mayor prestigio nos deparara como país en el contexto de las naciones desde ese momento hasta nuestros días.

La Reforma Universitaria dio origen a una amplia tendencia del activismo estudiantil. Los integrantes que movilizaron los sucesos de 1918 formaban parte de distintas agrupaciones estudiantiles. Provenían de diversas vertientes ideológicas y se definieron como “reformistas”. Entre sus postulados se encontraban, y aún vigentes, la autonomía universitaria, el cogobierno, la extensión universitaria, la periodicidad de las cátedras y los concursos de oposición.

La expresión máxima del movimiento quedo expresada en el Manifiesto Liminar, titulado “La Juventud argentina de Córdoba a los Hombres Libres de Sudamérica”, que finaliza diciendo: “La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa”. (Manifiesto Liminar, 21 de junio de 1918).