El 9 de enero de 1950, mientras inauguraba el nuevo local del Sindicato de Conductores de Taxis, Evita se desmayó. Poco después, los médicos le diagnosticaban cáncer de útero. A partir de ese momento, empezó un largo padecimiento. El 26 de julio de 1952, a las 20.25, Evita dejaba este mundo.
Evita despertó las peores reacciones de una buena parte de la sociedad argentina. Ella era intempestiva, pasional, luchadora, y los odios que generó fueron de igual intensidad. No sólo de las clases dominantes, de los vituperados “oligarcas”. También de amplios sectores medios e incluso de intelectuales de izquierda y progresistas. “Viva el cáncer”, llegó a leerse en algunos muros de la ciudad porteña. Milcíades Peña habló del “bonapartismo en faldas” y creyó a esta “artista de radioteatro y cine poco cotizada y muy de segundo plano” un producto de “las necesidades, ansiedades y fantasías de la gente pobre”.
…Los derechos políticos de las mujeres, la fundación del partido peronista femenino, la fundación de ayuda social, los estrechos vínculos con los sindicatos y una intransigente defensa de Perón frente a “oligarcas”, “cipayos” y el “imperialismo”, marcaron los años que la tuvieron en la primera escena nacional. Evita falleció por un cáncer de cuello uterino, el 26 de julio de 1952. Con tan sólo 33 años, se había convertido en la mujer más influyente del país. Su cuerpo, llorado durante días por una multitud, también fue robado, ultrajado y ocultado, durante casi dos décadas.
¿Por qué esta joven mujer se había ganado el odio de un importante sector de la sociedad? Hace unos años, Eduardo Galeano ensayó una respuesta: “La odiaban, la odian los biencomidos: por pobre, por mujer, por insolente.
Ella los desafía hablando y los ofendía viviendo. Nacida para sirvienta (…) Evita se había salido de su lugar”.
En esta oportunidad, a 71 años de su muerte, recordamos lo que dijera acerca del amor y la condición social, el sentimiento de hermandad y la desigualdad entre los hombres.
“No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables. Porque nunca los explotadores pudieron ser ni sentirse hermanos de sus explotados y ninguna oligarquía pudo darse con ningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad. El día del amor y de la paz llegará cuando la justicia barra de la faz de la tierra a la raza de los explotadores y de los privilegiados, y se cumplan inexorablemente las realidades del antiguo mensaje de Belén renovado en los ideales del Justicialismo Peronista: Que haya una sola clase de hombres, los que trabajan; Que sean todos para uno y uno para todos; Que no exista ningún otro privilegio que el de los niños; Que nadie se sienta más de lo que es ni menos de lo que puede ser; Que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran; Que cada día los hombres sean menos pobres y Que todos seamos artífices del destino común”.
Evita
Fuente: www.elhistoriador.com.ar